TRAVELS. 11
Mayo de 1988.
Desde el avión de Istanbul a París.
París, siempre París... Corriendo del aeropuerto al hotel, para instalarnos y salir inmediatamente despues al Crazy Horse a ver a las emparejadas mujercitas, todas iguales, las diferencias se notan en los zapatos, unos mas altos que otros. Luego cena en "Au Pied de Cuchon", ouvert jour et nuit, 6 Rue Coquilliére 42361175 París.1er.
Al otro día en el metro rumbo a la parada de Champs Ellysees para merendar en Fouquets, Sol y yo. Porque Gilberto y Luis volvieron al aeropuerto a buscar unas camisas que les mandaban de Italia.
Conversamos mucho Sol y yo, tanto que llamamos la atención. Porque en París la gente casi no habla : Se sientan, se miran, cambian las miradas y se piden permiso para comunicarse y perdón por hacerlo. Es todo un protocolo. Viven disculpándose porque lo saben todo, lo bueno y lo malo. No conciben como uno pueda vivir lo REAL MARAVILLOSO. Porque no saben o no son capaces de maravillarse. Nosotros sí, nosotros vivimos con la boca abierta por el asombro, todo nos gusta. Particularmente doy gracias a Dios porque Así Sea... Por tener el Don de maravillarnos y tardar en cerrar la boca.
Mañana, en auto alquilado rumbo al Chateau d´Esclimont, con frío y poco equipaje (menos mal). A pasarnos tres días en la campiña francesa, comiendo quesos con las uvas y el vino de estación.
Unos desayunos abundantes después del confortable sueño entre plumas... Por la ventana se ven las vacas pastando y más allá los viñedos. Iremos al pueblo en bicicleta abrigadísimos porque hace frío y luego al llegar y calentarnos en el salón de la chimenea, al comedor como nobles, o simples personajes de Flaubert . Siguiendo con la tertulia en los jardínes del castillo, o simplemente leyendo un libro al lado de la alberca o descansando. Dejando entrar en nuestras retinas las maravillas de este paisaje bucólico.
Regreso a París para seguir rumbo a Amsterdan, maravillosa ciudad holandesa que no conocíamos y que decidimos a última hora incluir en nuestro itinerario. Llegamos la vispera del cumpleaños de la Reina. y fué una gran sorpresa poder presenciar tantos entusiasmos. Ibamos hasta el hotel en caravana porque los taxis son mínimos. Cada uno en un taxi con sus maletas y los taxistas riéndose del maletero. No lo entienden, a estas alturas del viaje nosotros tampoco.¡¿Qué traemos en ellas, además de las lágrimas de cocodrilo?!
Para los holandeses, el día del cumpleaños de su Reina, es un gran día...Celebran con borrón y cuenta nueva, se deshacen de lo que no quieren. Lo sacan a la calle y lo regalan o lo venden... Tienen humor, diferente y paradójicamente tan cercano... Nos divertimos, mezclados en las calles con todos...En un balcón de un tercer piso, un muchacho como de veinte años con una música moderna a todo volumen y con movimientos exagerados para llamarnos la atención, una vez que lo hubo logrado, comenzó a quitarse la ropa hasta quedar completamente desnudo. Fué todo tan gracioso, que por mucho tiempo lo recordaremos con una sonrisa.
Me gusta la ciudad. Me gustan sus museos, los pintores flamencos con sus claro-oscuros. Rembrandt, el que más.Me gusta la casa donde se ocultaba Anna Frank. Tambien la casa con el frente mas angosto y sus once ventanas. La calle de las putas por lo decadente. Su río. Sus casas. Me gusta la forma espontánea de sus jóvenes y la fortaleza y alegría de los viejos montados en sus bicicletas. Espero volver.
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