De nuevo al avión, para Istanbul, esta vez, libres de la rutina de la investigación por los pasaportes. Montados en los primeros cuatro puestos de una primera clase improvisada, en un avioncito como el lechero de la línea Taca colombiana, cuando uno iba desde San Cristobal.
Como tenemos boletos en primera clase, lo resolvieron colocando unas cortina de brocado , para que no vieramos a los demás pasajeros... Detrás iban los bereberes con sus corderos y sus gallinas vivas, sus rezos Alaaa, Alaaa, Alaaa y sus olores insufribles.
Aterrizámos Gracias a Dios, muy bien y muy rápido. Con unos tapetes de brocado bordados como regalo de la primera clase improvisada.
Una hora y cuarto de vuelo, creo . Y nos bajamos en ¡Istanbul!. ¡Que impacto de ciudad!. ¡Con sus Mesquitas y Minaretes!.
¡ Y su Bósforo!.
¡ Y su Bósforo!.
Después de instalarnos en el Istanbul Hilton, en una suite maravillosa, terminando de revisarla. Nos llama Diego y nos dice: Recojan todo y múdense para acá, que me dieron la suite presidencial y es un palacio, con una vista sensacional de toda la ciudad. Nos mudamos inmediatamente, además de nosotros , Miguel y Nicole, que se vinieron por Europa y se nos unieron en Ankara por lo del Congreso.
La suite presidencial ocupa todo el penthouse del edificio del hotel. Es enorme, con muebles ingleses, tres habitaciones y alfombras persas por todos lados. Un gran comedor. Con bandejas llenas de frutas, quesos y champagne.
En la cocina, una enorme fuente de plata para colocar el kilo de caviar Malossol, que nos trajo Beatriz Oropeza desde Persépolis. Regresando ella, de la coronación del Sha de Persia. Que fue en los mismos días en que nosotros estuvimos en el Congreso.
En la cocina, una enorme fuente de plata para colocar el kilo de caviar Malossol, que nos trajo Beatriz Oropeza desde Persépolis. Regresando ella, de la coronación del Sha de Persia. Que fue en los mismos días en que nosotros estuvimos en el Congreso.
Brindamos por la coronación que nos había deparado el kilo de caviar. Celebramos todos felices, quedando ahítos de tanto caviar, quesos, frutas y champagne. Beatriz , nos sugirió, que no olvidaramos las medias del avión para usarlas al entrar en las Mesquitas y que llevaramos perfume, porque el ¡Olor a pata, es horrible!.
La Mesquita Azul o Templo de Santa Sofía, imponente con sus naves de mármol azul/gris y sus Minaretes.
Esta Mesquita es el centro de todas las religiones. Se reunen en ella, indistintamente para Orar.
Esta Mesquita es el centro de todas las religiones. Se reunen en ella, indistintamente para Orar.
Católicos y Musulmanes, cantan sus plegarias, descalzos sobre las alfombras, que luego van dejando una sobre otra, formando unas montañas que levantan una polvareda envuelta en un "vaho" con el olor a pata.
Así es, en todas las Mesquitas. Menos mal que llevamos las medias y el perfume para amortizar el olor a almizcle.
Luego de pasear por el Bósforo, bajarnos y poner los pies en cada Continente, almorzar y regresar bailando en el barco por tan inmenso y calmo río. Con esos Palacios explotando ante nuestros ojos.
Nos fuimos al Top Kapi, para admirar el lujo de los sultanes. Las joyas que sólo allí se encuentran. Los Harenes del Sultán y las casas de los eunucos que cuidaban a las mujeres del Harem, para que no se escaparan del Sultán sanguinario.
Estos sultanes, les mandaban a sacar los ojos y a cortar las manos a los artesanos que elaboraban sus porcelanas, para que no las repitieran.
Cuando el objeto era muy importante, los mandaban a matar...
A estas alturas del viaje, para mi gusto, ha mejorado el sabor de las comidas. Las tortas de harinas y los tabules son muy ricos, además del pescado en teja que comimos en Ankara, inolvidable, ofrecen pollo en los menús de los restaurantes.-
Continuará: Travel Around the World 8.
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