martes, 2 de diciembre de 2014

El Ultimo Gen


El Ultimo Gen.

Cuando teníamos parabólicas, allá por el año 1989, (O sea) a finales del siglo pasado, en el Discovery channel, canal dedicado a programas de investigaciones científicas, se podia ver  un hermoso paisaje de la Guayana venezolana donde se visualizaba  una cadena de montañas con enormes huecos y tepuyes, con árboles que llegan a las nubes y  en ellas se pierden...
Los tepuyes son mesetas especialmente abruptas que principalmente se  localizan en la Gran Sabana en el parque nacional Canaima, siendo el Roraima y Kukenam los  tepuyes más grandes de la región localizada al sureste de Venezuela, en el Estado Bolivar.
 La cámara desciende a las profundidades del bosque entre los caudalosos ríos. Por uno de esos ramales naturales, la pequeña embarcación se enfrenta al impenetrable silencio que enmudece las hojas de los árboles que se ven azules de tan verdes.
Unos sonidos se dejan oir en el caserio y una Misión se divisa mas allá... Es una  expedición de extranjeros  que vienen a conocer nuestra tierra, porque de pronto viéndola en la pantalla, siento que esa es mi tierra. Me identifico con el caudal de esos ríos, con los tepuyes, con las aves, los árboles y lo oscuro de esa selva densa e impenetrable, pero que resulta accesible al mundo de los "bird watchers" observadores de pájaros. Personajes audaces que aunque genéticamente  están lejos de lo nuestro, buscan su cercanía, se deslumbran ante la naturaleza de sur américa, naturaleza que nosotros llevamos en nuestra sangre, pero no en las retinas porque estamos sobrevendidos  al confort estadounidense, desfasados, nos interesamos únicamente en ver todo ese paisaje desde una pantalla de televisión.
Nuestra audacia se queda en las salas de las casas, no somos capaces de retomar nuestros valores, de rescatar lo que nos pertenece, de darle memoria a nuestra historia, de acordarnos de nuestros quinientos años de vida, de esa joven vida de quinientos años , que hemos desperdiciado porque  desde la conquista de nuestra independencia,  sólo hemos sabido quejarnos y esperar que desde otras latitudes  vengan y nos enseñen lo que nos pertenece.
Por eso me pregunto: ¿Por qué  no apagar el televisor?. ¿Por qué no irse, en una toyota, wagoneer o volskwagen... Aunque sea en burro o a pie?, pero llegar allá y navegar por esos ríos silenciosamente sobre una canoa y acercarnos a los caseríos e identificarnos con esos hermanos... Les hablaríamos en español, preparados eso si, para no asombrarnos de que nos respondan en inglés, francés, alemán o portugués.
Y si eso pasa, piense el lector, que solamente él y nada más que él, que somos todos nosotros, tenemos la culpa de estar tan lejos del primero y quizás el último gen.

1 comentario:

María Elena Rábago dijo...

Muy bueno tu artículo Norka.